Todo huele a ti.

Desperté sobre una cama que no era la mía junto a un reloj que no tenía mis enormes números rojos, tapada con una simple sábana blanca en la que faltaba mi kitti. Tenías tu dedo sobre mi espalda en la que todavía notaba todos esos corazones que dibujaste sobre ella. Yo siempre he escuchado cosas sobre el paraíso, pero nunca pensé que iba a tenerlo tan cerca, aquello era estar allí sin duda. Un intenso rayo de sol no me dejaba abrir por completo mis ojos pero era lo justo y necesario para que iluminase tu cara y que hiciera resaltar esa perillita que no habías afeitado la noche anterior. Tu torso, desnudo y sin tapar, podía ver perfectamente como respirabas, cogías aire y lo soltabas, cogías, soltabas y así seguías y seguías sin percatarte de que yo, era testigo de ello. Momentos como estos son los que hacen que merezca la pena seguir luchando. Porque sí, somos polos opuestos, ¿Y qué? Así tenemos más que aprender uno del otro, siempre he odiado todas esas frases y canciones que dicen que no pueden estar juntos porque son opuestos, no se qué, bla, bla, bla... Pues yo puedo verificar que todo eso es mentira, porque tú y yo lo somos, porque tenemos mil gustos diferentes, porque somos la excepción de todos los demás y eso, además de que me encanta, es lo que nos hace únicos.